Saturday, March 07, 2009

EL PENSAMIENTO LIBERAL EN LA INDEPENDENCIA DOMINICANA


El 27 de febrero del 2008, se cumple un nuevo aniversario de la fecha patria marcada como la independencia o formación del estado nacional de la República Dominicana, acontecimiento que fue el producto de un agudo proceso de hechos históricos.
Las luchas libertarias dominicanas, iniciadas de manera material tras el lanzamiento del trabucazo en la puerta de la misericordia, en la ciudad de Santo Domingo, marcando el proceso de la proclamación del estado dominicano, envuelto en diversas tendencias ideológicos-político.
Las ideas de la trinitaria que encarnaron Duarte y sus partidarios, tenían como fundamento la concepción de un país libre e independiente de las potencias que como buitres de rapiñas se dividían los intereses continentales de las nacientes repúblicas.
Como contrapartida a estas ideas de emancipación e independencia plena, convergían otras concepciones impregnadas de intereses personales y de política internacional; hora para entregar el país a los franceses hora para que la patria sea una colonia norteamericana hora para que volvamos al protectorado español.
Siendo estas constantes de intereses políticos que apuntaló el devenir histórico dominicano hasta nuestros días. Sin embargo, una vez proclamada la independencia nacional, los intereses extranjeros parcialmente ganaron fuerza logrando perseguir, enfrentar y en algunos casos desterrar y hasta eliminar físicamente a los trinitarios.
Empero, las ideas de libertad e independencia germinaban en el seno del pueblo dominicano, constituyendo esto un obstáculo para que los planes antinacionales se consumaran, dado el peligro que siempre representó para éstos la decisión popular que aspiró a forjar su propia historia.
El General Pedro Santana, partidario de la anexión a España y persecutor férreo de los trinitarios, logra finalmente entregar la naciente república, causado de inmediato este hecho funesto, la reacción del pueblo que no se hace esperar y en los poblaciones del norte estallan conatos de lucha, generando las guerras libertarias que marcarían el nacimiento de la Segunda República.
Dado la situación de crisis económicas producto de la anexión a España y la afección del sector productivo Santiaguero, especialmente el sector tabacalero, se generó, alrededor de la burguesía y la pequeña burguesía liberal, un proceso de repudio a la anexión, declarándola como un acto de alta traición nacional, sumándose estos a los permanentes esfuerzos y luchas de los trinitarios, ya reconocidos como héroes nacionales.
Las ideas liberales que se forjaron en la parte norte de la isla, que había sido desde la época de la colonia el sector más desarrollado económica y demográficamente, habían germinado con fuerza, bajo el ideal de numerosos intelectuales, dentro de los cuales se destacan Francisco U. Espaillat, Pedro Francisco Bono y Benigno Filomeno de Rojas, entre otros.
La fortaleza de estas posiciones y el ahogamiento que representaba la capital para el Cibao, genero una lucha de carácter político que marcó el antagonismo entre estas regiones de la naciente república.
La instauración del gobierno en la Ciudad de Santiago, el voto de una nueva constitución cibaeña y la gestación de un fuerte movimiento de carácter político regional, fue consecuencia de esta realidad que signó nuestra historia.
Desde principio del siglo XIX, el Cibao era la porción mas poblada y rica del país, pero desde la independencia de 1844 se encontraba sometida a la burocracia de la ciudad de Santo Domingo.
Entre los círculos pensantes de la región y especialmente de Santiago emergió una corriente que propugnaba por un orden que garantizara la igualdad entre las distintas zonas de República Dominicana.
Aunque discretamente al principio, esos círculos cibaeños enarbolaban posturas liberales, seguramente por estar insertos en una sociedad históricamente mas avanzada que la del sur del país, donde subsistían muchos vestigios del orden colonial, mientras que en el Cibao se había gestado una sociedad de pequeños campesinos prósperos y una clases mercantil urbana que se iba perfilando como agente de orden moderno y democrático.
En 1845, o sea, al año de constituido el Estado Dominicano, Ulises Francisco Espaillat fue uno de los fundadores de la Sociedad Patriótica de Fomento de Santiago, posiblemente la primera institución que tenia por propósito unir a figuras de relieve social y cultural en acciones e interés colectivos.
Desde entonces se inició la tendencia asociativa de los Notables de Santiago, comportamiento que los diferenciaba de lo que era habitual en el resto del país. Por tal razón, en la provincia de Santiago la Diputación Provincial, órgano de poder local estipulado por la Constitución de 1844, cumplía con muchos de sus cometidos, a diferencia de otras provincias.
El círculo de hombres influyentes de Santiago, pese a las inclinaciones liberales de la mayoría de ellos, mantuvo buenas relaciones con el presidente conservador Pedro Santana. Posiblemente se sentían sin la fuerza para enarbolar una alternativa contraria después que Juan Pablo Duarte y sus compañeros liberales de la Trinitaria fueron derrotados en julio de 1844.
No por casualidad fue en Santiago donde Matías Ramón Mella proclamo a Duarte presidente de la República en julio de 1844, con el beneplácito de la población de la ciudad. Pero los asuntos de los políticos se resolvían en Santo Domingo, donde Santana, jefe del ejército del sur, logró desplazar a la Junta Central Gubernativa controlada por los trinitarios. A los liberales de Santiago no les quedó otra alternativa que asociarse a Santana, quien les dio seguridades de que garantizaría sus intereses.
En 1884 Santana renunció a la presidencia y los santiagueros no se mostraron muy entusiastas con el sucesor Manuel Jiménez, no obstante que inauguraba un gobierno con cierta inclinación liberal. A mediados de 1849, los conservadores, encabezados por Santiago Espaillat, aprovechando las derrotas experimentadas por el ejército dominicano ante el ataque del emperador de Haití Faustino Soulouque, lograron derrocar a Jiménez.
Santana de nuevo se hizo cargo del poder, gracias al prestigio obtenido por la derrota que infligió al ejército haitiano en Las Carreras, a orillas del río Ocoa, pero no le interesaba en ese momento seguir siendo presidente. En las deliberaciones del Congreso para la elección de su sustituto, Santana propuso a Santiago Espaillat, pero este consideró que no podría ejercer correctamente el cargo, consciente del influjo que ejercía el hatero seybano sobre el Estado.
Finalmente la presidencia recayó sobre Buenaventura Báez y, tras su primer periodo de gobierno, se abrió una pugna terrible entre el y Santana. La elite social y política de Santiago, aunque discretamente, tomo partido por Santana, no obstante su deseo de que se instaurase un régimen menos autoritario.
Mientras tanto, Espaillat había ido ganando influencia dentro de su círculo social y en 1854 fue designado diputado a la Asamblea Constituyente por la provincia de Santiago. Como integrante de la comisión redactora del proyecto, fue de los responsables de la orientación de la nueva constitución, que abrogaba muchas de las cláusulas autoritarias de la promulgada en 1844.
Espaillat retornó a Santiago por desacuerdos con el estilo despótico de Santana, quien, para fines del año, había logrado anular la Constitución de febrero. Retornó a sus ocupaciones habituales, pero las combinó con el estudio concienzudo de los problemas nacionales, lo que le permitió redactar su primer texto de importancia, Memoria sobre el bien y el mal de la República.
La incidencia de Espaillat se acrecentó cuando el sector dirigente de Santiago se declaró en rebelión frente a la segunda administración de Buenaventura Báez, iniciada a fines de 1856. Báez concitó mucha popularidad en Santo Domingo, y logro unificar a todos aquellos que se oponían a la preeminencia de Santana.
Pero en el Cibao no logró el mismo apoyo por lo que el nuevo presidente quiso maniobrar con los excedentes económicos que generaba el cultivo del tabaco para fines de fortalecerse en el poder. Con el pretexto de eliminar las operaciones especulativas y usureras que perjudicaban a los pequeños campesinos, el gobierno dispuso un cuantioso emisor de papel moneda a fin de disminuir la cotización del peso fuerte, la moneda española de oro.
Los comerciantes de Santiago se sintieron agredidos en forma inaceptable, y lograron el apoyo de los restantes sectores de la ciudad para declarase en estado de rebelión contra el gobierno el 7 de julio de 1857. Se estableció un gobierno provisional con sede en Santiago presidido por José Desiderio Valverde. Probablemente Espaillat redacto el manifiesto que fue emitido al día siguiente, en el cual se explicaban los motivos el derrocamiento de Báez.

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